El momento elegido para cortar la cinta no podría ser más complejo. BMW ha inaugurado este jueves (6 de junio) su primera fábrica de automóviles en México en plena crisis comercial con Estados Unidos (EE UU), justo cuando el presidente estadounidense amenaza con imponer aranceles a todas las importaciones mexicanas.
Ejecutivos presentes en la inauguración de la planta en San Luis Potosí, al norte del país, han quitado hierro a la coyuntura, aunque han advertido de que el peso de las tarifas recaerá sobre los consumidores estadounidenses y no tanto sobre los productores —en este caso, la propia BMW—.
La fábrica recién inaugurada es la joya de la corona de la empresa alemana. La más moderna, la más sustentable de cuantas tiene el sector en México, insisten desde BMW. Con una inversión de 1.000 millones de dólares, la parcela de 300 hectáreas alberga una planta de carrocería con una automatización del 95% y donde hileras de láseres pulen el diseño con una precisión de 0.1 milímetros. En el centro de ensamblaje adyacente, una maraña de cintas y robots que funciona con la electricidad de los paneles solares instalados en la fábrica, se juntan las 3.000 piezas del producto final y se estampa el logotipo de la marca —el 60% de las partes son producidas en México, aunque el motor se sigue trayendo de Europa—.
De este túnel de producción saldrán previsiblemente 175.000 vehículos serie 3 al año, a 35 unidades por hora, aunque hay espacio y capacidad para duplicar ese número. En los primeros meses de funcionamiento, el 100% de la producción irá a EE UU, destino de gran parte de la producción automotriz mexicana —con exportaciones por valor de 93.000 millones de dólares tan solo en 2018—. Para 2020, la compañía busca diversificar y llegar a proveer a 40 países, entre ellos al anfitrión. “Cualquier previsión sería errónea, pero no será solo EE UU. La demanda en México está creciendo más rápido”, ha declarado Zipse a EL PAÍS en un viaje al que este diario ha asistido en calidad de invitado. El mensaje: el futuro de la planta no dependerá del último tuit de Trump.
Anunciada en 2014, el germen del proyecto que ahora ve la luz se remonta a 2011, cuando BMW notó que sus instalaciones en Spartanburg, EE UU, no daban abasto ante el aumento de la demanda en América. Los directivos de la automotriz alemana comenzaron entonces la búsqueda de un sitio para seguir con la producción de automóviles dentro de la zona del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC).
Rodeada de un paisaje semidesértico de nopales y cactus y famosa por sus iglesias de fachada barroca, San Luis Potosí fue la elegida. Como cebo, el Gobierno del Estado facilitó la adquisición del terreno y dio incentivos fiscales. Bien conectada por tren y carretera a EE UU, la ciudad se ha convertido en uno de los principales centros de la industria automotriz en el país latinoamericano, que en 2018 se convirtió en el sexto mayor productor mundial con más de cuatro millones de vehículos, por encima de Corea del Sur, según datos de la Organización Internacional de Fabricantes de Vehículos (OICA, en sus siglas inglés).
Fuente: El País
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