Por: Gustavo Adolfo Toro Velásquez
Presidente Ejecutivo de COTELCO
El crecimiento de la oferta hotelera colombiana, que durante los últimos 10 años ha superado las 30.000 nuevas habitaciones con inversiones cercanas a los 2 billones de pesos, ha permitido al país prepararse para la demanda internacional mejorando sus niveles de competitividad frente a otros destinos de la región y abriendo la posibilidad de fortalecer productos turísticos como el de eventos y convenciones, donde se han realizado grandes apuestas como país.
Este auge, que se ha dado gracias al trabajo público-privado con el objetivo de ofrecer mejores escenarios para la inversión, clima de negocios favorable, desarrollo de la industria a través de la capacitación de su gente e incentivos tributarios, ha sido determinante para que grandes holdings internacionales y cadenas hoteleras multinacionales, incluyeran a Colombia dentro de sus planes de crecimiento en el corto y mediano plazo. Razones por las cuales, marcas como Hilton, Marriott, Augusta, W, Hyatt, Meliá, NH, entre otras, decidieran entrar al mercado colombiano y en otros casos ampliar su presencia nacional en ciudades como Bogotá, Cartagena, Barranquilla, Cali y Medellín, donde la inversión ha sido mayor.
Este proceso de crecimiento se ha dado principalmente mediante la vinculación de inversionistas nacionales que a través de franquicias han apostado por este sector, sacando provecho de los beneficios que el Estado otorgó para la construcción y remodelación de hoteles. En realidad somos los colombianos los que hemos apostado por el turismo nacional y queremos que este sector se consolide como un eslabón determinante de la economía nacional.
No obstante, es lamentable que después de tantos años sigamos hablando de las mismas barreras competitivas que tiene el sector. Temas como la ilegalidad, que es el mayor riesgo del sector, pasa aún sin ser atendido con acciones reales y efectivas de parte del Gobierno Nacional y específicamente de los alcaldes que tienen el deber de atacar esta situación.
La ineficiencia de muchos aeropuertos regionales, el mal estado de muchas de las vías principales del país, la falta de nuevas aerolíneas internacionales, nos hacen menos competitivos frente a los países de la región. Asuntos que hasta ahora siguen en buenas intenciones pero sobre los cuales los avances son muy pobres. Por otra parte, las altas cargas impositivas del sector y asuntos como la sobretasa a la energía siguen restando competitividad a la hotelería del país, por lo que es necesario que se revisen estos temas.
Estamos frente a un ciclo sin fin en el que aún nos quedamos en buenas intenciones y acciones a medias que desdibujan el esfuerzo de la industria por fortalecerse y mejorar sus niveles de servicio. Es indispensable contar con estrategias desde lo público que subsanen las serias deficiencias que padece el sector en temas que resultan críticos para el turismo.
No podemos continuar con aeropuertos trabajando a media marcha y destinos sin un producto claro qué ofrecer, pues la hotelería no funciona sola y requiere de toda la cadena productiva para poder operar. Debemos hacer una reflexión algo más profunda y preguntarnos si el modelo que estamos usando y el plan que hemos definido, se ajusta a la realidad del turismo y la de sus empresarios.
El cambio debe ser conjunto, pues los sectores público y privado nos necesitamos claros y coordinados para que las políticas aporten al desarrollo del sector y las acciones realmente den solución a los aspectos que nos están limitando para ser la industria que queremos y que el país necesita.